El deporte más accesible porque no necesitas una gran equipación para echarte a correr (running), pero también el más difícil por el esfuerzo y dedicación que conlleva, el running tiene cada vez más adeptos y desgraciadamente pocos son los que practican una técnica adecuada. Un déficit de flexión de cadera, un tronco desplazado excesivamente hacia delante, una oscilación incorrecta de brazos, la superposición de pasos entre otros factores influyen en tu manera de correr. Si a ello le sumamos nuestra genética y la elección de unas zapatillas poco adecuadas es fácil que nos encontremos con lesiones antes de tiempo. El calzado deportivo más caro no implica que sea el mejor, lo único en lo que debemos fijarnos es en su estructura y que cumpla una serie de requisitos que te explico más adelante.
Para ayudarte en la técnica está tu entrenador, y para ayudarte con la salud de tus pies, el podólogo. Si eres adepto a este deporte plantéate realizarte una exploración biomecánica ¿porqué? por que mientras corres tu pie sufre muchas solicitaciones mecánicas y las fuerzas sobre él aumentan, en resumen, que trabaja más y hay que cuidarlo. Una exploración biomecánica, un estudio de la marcha o de la pisada valorará cómo se comporta tu pie de pie, caminando y corriendo, descalzo y con tu calzado deportivo. Las exploraciones para corredores llevan algo más de tiempo que las de pacientes de otras disciplinas porque les realizamos un estudio de la postura fotográfico y en video para observar a determinados frames por segundo cómo se comporta cada parte del pie. A todo esto se le suma la exploración en a camilla mediante pruebas funcionales dependientes del caso clínico en concreto y sobre el podoscopio. Una inspección del pie para valorar el estado de tus uñas, que si corres maratones, probablemente hayas perdido en algún momento alguna de ellas, es importante para saber si salen hematomas recurrentes, si tienes infecciones por hongos o si se te clavan por el propio calzado, por tu anatomía o por un mal corte, será importante para poder prevenir complicaciones futuras.
Por suerte, o por desgracia, el mundo de las zapatillas ha evolucionado a pasos agigantados, pudiendo encontrar prácticamente de todo en el mercado. Hoy en día encontramos cualidades como transpirabilidad, control, protección, flexibilidad, ligereza, aguante… y para complicar más las cosas, para pronadores, supinadores, neutros… y aquí está el problema, que finalmente no sabes qué comprar y terminas leyéndote todos los blogs de corredores para saber cuáles son las adecuadas para ti.
La elección de nuestras zapatillas de running es muy importante, y ahí es donde entra en juego la figura del podólogo. Él las revisará y te indicará las características que necesitas según tu rodaje, en especial si utilizas plantillas, ya que de ellas dependerá su efectividad. El proceso que sufre el pie cuando corremos es calentarse y sudar. Utilizar un calzado amplio que pueda albergar los dedos cómodamente y soportar esta inflamación sería lo adecuado.
- Debería ofrecer amortiguación, estabilización al pisar y traccionar adecuadamente.
- Para evitar rozaduras, ampollas y hematomas, no debe quedarnos ni excesivamente apretado ni grande.
- Su compra se recomienda que sea a última hora del día tras haber paseado un rato y probado con los calcetines que utilicemos para entrenar. Si a pesar de que nuestras zapatillas y calcetines transpiran adecuadamente, nuestro sudor sigue siendo excesivo, deberemos incluir en nuestra higiene diaria tanto jabones antisépticos que prevendrán la aparición de infecciones como antitranspirantes que afronten nuestra hiperhidrosis.
- Con contrafuerte anatómico. Fíjate en la forma de tu talón y en la parte trasera de tus zapas. Tendrás más desgastados o te provocarán molestias, ampollas e incluso heridas aquellos que no se adapten a la forma de tu talón.
- Con cordones trenzados para evitar que se desaten durante la carrera.
- Ojales dimensionados para evitar ampollas, un mejor ajuste del tobillo y evitarel choque de los dedos contra la parte anterior de las zapatillas.
¿Olor o sudor de pies?
Existe una gran variedad de microorganismos que colonizan tanto el pie como el calzado de los deportistas. En las consultas de podología se realiza una inspección de pie y de uñas para descartar algún tipo de patología, y en caso de sospechar de ella, utilizamos bien una lámpara de color azul que nos indica qué “bichito” tenemos o realizamos un cultivo que mandamos a laboratorio y en cuestión de días sabremos el resultado, pero tranquilo, ninguna de estas pruebas es dolorosa. Según el resultado que obtengamos te recomendaremos el fármaco o producto que te solvente la infección. Evita esos días la utilización de toallas para no fomentar la diseminación de la infección a otras zonas de tu cuerpo, puedes utilizar cualquier papel desechable como sustitución temporal. En cuanto a la eliminación de bacterias y hongos que pasan desapercibidos en nuestro calzado, actualmente existe aparatología de ozono que suple este problema en unos 20 minutos, dependiendo del aspecto de nuestras zapatillas, aunque no debes obviar la limpieza regular en casa por tu parte. ¡No te olvides de los calcetines! Siempre utiliza materiales nobles. Naturales y que permitan una correcta transpiración de la piel. Cuando termines de entrenar evita estar con el calzado y calcetines sudados ya que generará una maceración de la piel facilitando las infecciones dérmicas y ungueales.
Y ahora la gran duda, creo que soy pronador, ¿qué es mejor?, ¿comprar unas zapatillas para pronadores “estándar” o hacerme unas plantillas personalizadas que aguanten mis grados concretos de pronación? La respuesta es fácil, pero para entenderlo mejor vamos a extrapolarla a otra rama sanitaria ¿me compro unas gafas previamente graduadas? o ¿acudo a que me gradúen la vista y a partir de ello elaborar los cristales adecuados a mi?. Las plantillas personalizadas son los únicos dispositivos que van a asegurarte una correcta adaptación, recuerda que las zapatillas son estándar, acudiendo a la tienda te pueden enseñar un modelo de pronador pero esa zapatilla no está hecha exclusivamente para ti, sino para un público en general, mientras que tus plantillas sólo sirven para tus pies.
Describiendo más ampliamente lo que es una Exploración Biomecánica podríamos decir que es un conjunto de estudios en descarga (pruebas funcionales en camilla) y en carga estática y dinámica (postura, podoscopio, plataforma de presiones, cinta de correr…) que nos darán resultados valiosos para entender cómo caminas/corres y así prevenir o tratar determinadas patologías. SON REALIZADOS POR PODÓLOGOS y no deberían serlo por trabajadores de tiendas de deportes ya que su objetivo es DIAGNOSTICAR y para ello se debe estar formado universitariamente en PODOLOGÍA. Porque si somos pronadores podremos desencadenar una serie de efectos a nivel de nuestro sistema músculo-esquelético que en muchos casos se considerará patológico como en una fascitis, un valgo de rodilla o lumbalgias recurrentes que no sabemos de dónde vienen. Y si somos supinadores, metatarsalgias, acortamientos musculares o cervicalgias. Y aquí es donde aparecen las famosas plantillas.
¿Para qué sirven las plantillas? Los soportes plantares tienen funciones tanto preventivas como terapéuticas. Cuando estás desgastando una zona en concreto de tus zapatillas, te salen “durezas o callos”, tienes algún dolor… su función va a ser terapéutica. Las plantillas te protegen frente a los gestos lesivos del deporte en sí como de tu forma de moverte. Si quieres comenzar con una actividad nueva como el running, y siempre y cuando tengas tendencia a padecer algún desequilibrio músculo-esquelético, podrás utilizarlas para su prevención. Eso sí, cualquiera de ellas deberá ser a medida y personalizable a cada runner tras su exploración pertinente.
“Me hicieron unas plantillas cuando era pequeño y no las utilicé porque eran muy duras, no las aguantaba y no me entraban en el calzado”. Esta es una frase que se escucha bastante en las consultas. A día de hoy, tanto los materiales con las que se fabrican como el propio calzado ha mejorado positivamente. Los materiales de los soportes plantares llegan a ser incluso imperceptibles a los pocos días independientemente de la dureza de ellos y el calzado aloja unas plantillas que podremos sustituir por la del podólogo sin notar apenas cambios en el espacio.
¿Cada cuánto debo cambiar mis plantillas? Como la gran mayoría de los dispositivos a medida, su cambio debería realizarse anualmente ¿te imaginas estar todos los días durante un año y a todas horas con el mismo par de zapatos? Pues por esto mismo, a pesar de que tengan buen aspecto deben ser cambiadas ya que la vida útil de los materiales tienen un tiempo y no realizan su función al 100% pasados 12 meses. No está demás dejar la cita reservada para evitar despistes que se convierten en un: “¿cuándo me hice las plantillas?” “¡hace 4 años!”.
Los avances en los diferentes materiales de los forros o armazones de las plantillas permiten su correcta adaptación simplemente con ir poniéndolas progresivamente según pasan los días consiguiendo así una plena adaptación en la mayoría de los casos a los 15 días y poder disfrutar de la comodidad que proporcionan al dar un correcto apoyo a nuestros pies y consecuentemente al resto de nuestro esqueleto. La frase que también se escucha es “al principio me notaba raro, pero ahora no las quito para nada”.
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